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Sé que fui una niña arco iris, seguro aún lo sea; no tuve hermanos pero siempre amigos incluyendo a mis primos. Viví la infancia natural al aire libre, primero en Santa Cruz, en un campamento petrolero llamado Cañadón Seco, luego unos meses en Neuquén ciudad para después instalarnos en Catriel, Río Negro. La actividad petrolera nos volvió al centro de la Patagonia para finalmente establecernos en Comodoro Rivadavia, Chubut.
Ser aquí conlleva viento, aridez, estepa y frío que se ama como a sí mismo. Mis hijos son también patagónicos y las tres generaciones todavía vivimos juntos, lo cual me hace muy feliz. Con ellos emprendemos en familia, cada uno con sus semillas y es la satisfacción que afortunadamente sostenemos.
A los 17 años comencé a trabajar en una EVT, sin saber nada y con el certificado del secundario recién impreso. Nunca había atendido ni siquiera un teléfono comercial, la vergüenza duro dos o tres días e inmediatamente todo ese nuevo mundo fascinante me atrapó para toda la vida. Mientras trabajé, estudié, parí y crie, todo con amor. Hoy todavía lo hago y seguiré, pues continúo pariendo sueños.
La actividad turística receptiva me introdujo en la organización de eventos y asistencia de producción, ésta en el cine y éste en la filosofía. Las últimas dos me mantienen en la juventud aquella, que empecé a ejercer consagrándome en novata y con esta integración, innovar.
Tantas vueltas por la Patagonia me dieron la posibilidad de estudiar en establecimientos públicos y privados, los tres niveles de estudios e idiomas. Especializaciones, capacitaciones, congresos, cursos con aportes invaluables. Me especialicé en el área receptiva, turismo de reuniones, gestión de destino, destinos emergentes, agente de viajes y guía de turismo. Asimismo en Guiones literarios para cine y adaptaciones. Actualmente, estoy en la instancia de investigación de tesis de la licenciatura en filosofía. De manera simultánea, por la agitada curiosidad que convive en mí, estoy ampliando mis conocimientos en hebreo y antiguas escrituras. Si bien me despreocupo por las certificaciones, las conservo, pero las virtudes y dones que poseo son de Dios, que no entrega papeles sino que nos las confía para guiar a otros.